La industria de defensa aérea está viviendo una transformación sin precedentes, y en el centro de esa revolución está el Boeing MQ-28 Ghost Bat. Este sistema de combate aéreo no tripulado, desarrollado en colaboración con la Real Fuerza Aérea Australiana (RAAF), promete multiplicar la capacidad operativa de las plataformas tripuladas mediante tecnología de autonomía avanzada y arquitectura abierta. Más que un simple dron, el Ghost Bat representa un salto cualitativo hacia el futuro del combate aéreo.

Diseño modular e inteligencia autónoma

El MQ-28 mide 11,7 metros de largo y ofrece un alcance superior a las 2.000 millas náuticas (3.700 km), lo que le permite operar en entornos remotos y altamente disputados. Su diseño modular, con una nariz misión-configurable y arquitectura abierta, permite adaptar sistemas de carga útil según los requerimientos específicos de cada operación.

Equipado con tecnología de autonomía confiable, el MQ-28 puede ejecutar misiones complejas con una carga cognitiva mínima para las plataformas tripuladas aliadas, como el F/A-18F Super Hornet o el F-35A. Su función de multiplicador de fuerza se basa en la capacidad de fusionar datos de sensores de distintas aeronaves y ofrecer información táctica en tiempo real para operaciones ISR y guerra electrónica.

Desarrollo escalonado: del Bloque 1 al Bloque 2

Desde su primer vuelo en 2021, Boeing ha producido ocho unidades del Bloque 1, enfocadas en pruebas de concepto y validación estructural. Actualmente, se encuentra en desarrollo el Bloque 2, con una configuración completamente operativa, mejoras en el cableado interno, nuevo sistema de navegación inercial y sin el característico «diente de perro» en sus alas.

El primer ejemplar del Bloque 2 ya está en fabricación y se espera que vuele a finales de este año. Boeing ha firmado un contrato con el gobierno australiano por tres unidades, valorado en 248 millones de dólares estadounidenses, lo que reafirma el compromiso nacional con la industria aeroespacial local.

Pruebas operativas y colaboración internacional

Las pruebas del Ghost Bat se realizan cada tres meses en el campo de Woomera, donde se ejecutan entre una y tres salidas diarias, incluso vuelos nocturnos. El sistema ha acumulado 100 horas de vuelo real y más de 20.000 horas en entornos digitales con aeronaves virtuales.

Tanto la RAAF como la Fuerza Aérea y la Armada de EE.UU. están involucradas en el programa, lo que subraya su potencial interoperabilidad. Aunque el MQ-28 no fue seleccionado para el Incremento 1 del programa CCA de la USAF, Boeing asegura que propuso otra solución adaptada a esos requisitos.

Proyección futura y fabricación nacional

La versatilidad del Ghost Bat permite imaginar escenarios donde aeronaves como el E-7 Wedgetail dirigen «pilas» de drones en misiones distribuidas, sin depender de una sola aeronave tripulada. Este concepto refuerza la idea de interoperabilidad total y empleo coordinado.

Más de 200 empresas australianas participan como proveedores del programa, incluidas pymes locales y empresas como Saab, que suministra sistemas de control de vuelo y aviónica. La fabricación de los Bloque 2 en Melbourne y la futura planta en Wellcamp refuerzan la soberanía industrial de Australia.

El Boeing MQ-28 Ghost Bat es más que una plataforma no tripulada: es una arquitectura de combate colaborativo que promete redefinir la forma en que las fuerzas aéreas operan en el siglo XXI. Su capacidad de adaptación, interoperabilidad y bajo costo lo convierten en una opción estratégica para aliados que buscan aumentar su masa crítica de combate sin comprometer a sus pilotos.

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